El Perú y las revocaciones

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La revocatoria existe en otras partes del planeta, pero no se aplica con tanta frecuencia como en el Perú. En un periodo de 15 años han sido revocados 1.485 alcaldes, provinciales, distritales y regidores.

Las cifras gritan: la revocación podría ser incluida en una campaña de Marca Perú. En los últimos 15 años, en 9 procesos, 4.712 autoridades han sido sometidas a consultas como la que acaba de enfrentar la alcaldesa de Lima. En ellas, 1.485 alcaldes, distritales y provinciales, y regidores fueron expectorados del cargo, sin contar los que pueden caer luego del laberinto del domingo pasado.

Ese rating delirante lo hemos conseguido desde 1997, mientras que en Colombia, desde 1991, ha habido 32 consultas de revocación, aunque pronto se vendría, de verificarse las firmas, la que pretende sacar de la alcaldía de Bogotá a Gustavo Petro. Venezuela, con toda su pasión por los MDD (Mecanismos de Democracia Directa, uno de los cuales es la revocación), solo llega a 10.

Más datos que nos ponen a la cabeza mundial de las revocaciones. En Ecuador, otro país con pasión por los MDD ha habido 68 consultas. Una de las autoridades revocadas, el 12 de diciembre del 2010 fue nada menos que el alcalde Tiwinza (provincia de Morona, Santiago), Jorge Chamik. En Bolivia, no ha habido ninguna, salvo un referéndum por autonomías regionales en el 2006.

Estas cifras las ofrecen nuestro compatriota Fernando Tuesta, y las investigadoras, argentina y colombiana respectivamente, Yanina Welp y Ana Beatriz Franco. Lo que salta a la mirada, como dice Welp, es que “no es en democracias consolidadas o de larga data, sino en América Latina y países que han caminado hacia otros regímenes en los que han proliferado estos mecanismos”.

Ciertamente, los MDD existen en los 5 continentes. Como apunta Tuesta, en 36 Estados EEUU se autoriza la revocación, pero ha habido pocas consultas. Lo mismo ocurre en 6 ‘lands’ de Alemania, en los que tampoco ha sido abundante, y en una provincia de Canadá (British Columbia), donde se ha intentado numerosas veces, pero sin conseguirse las firmas requeridas.

Otra vuelta por el barrio regional revela con quiénes entran en sintonía los revocadores limeñísimos. En Ecuador y Venezuela, dos países de la órbita “bolivariana”, no se requiere “causa justificada”, como precisa la politóloga Welp en su ensayo “¿Renovación, crisis o más de lo mismo?” (sobre las revocatorias latinoamericanas). Basta con la “pérdida de confianza”.

Una ruta que se emparenta con las acusaciones de corrupción que se hicieron contra Villarán, que en el caso de la legislación peruana, no requieren pruebas. O sea, no tienen que justificarse, solo proclamarse. Así, las revocaciones parecen puestas para cortar cabezas políticas, sin que el reo tenga mucha opción de alegar inocencia. Y, como sugiere Tuesta, para que los perdedores se desquiten.

El tumulto que causan las revocaciones en el Perú se explica, según Tuesta, por el débil tejido institucional, la crisis de los partidos y el “bajo índice de cultura democrática”, todo lo cual hace que, por ejemplo, en provincias las alcaldías sean ganadas por frentes al paso.

En opinión de Welp, en la irrupción de las revocatorias, en el ámbito regional, han tenido que ver los procesos de descentralización.

Como fuere, que tengamos el absurdo honor de ser el país en el que las revocaciones son masivos carmontones políticos pervierte el deseo de hacer a la democracia menos irreal y exige una modificación del mecanismo.

La alcaldesa de Lima ha sorteado la zancadilla. Petroestá a la espera. En ambos casos, parece haber más antropofagia política y desinformación que dignidad ciudadana.

Las consultas revocatorias tienen, en Sudamérica, diversos umbrales y parámetros que es necesario conocer.

En Bolivia para que la consulta sea válida debe acudir a votar el 50% más uno de la población electoral.

Venezuela, en cambio, establece que basta con que el 25% de los electores vaya a votar para que se valide.

En Colombia es necesario que vaya a votar el 55% de quienes fueron a votar por la autoridad en cuestión.

En cuanto a la cantidad de firmas, el porcentaje varía: 30% en Bolivia y Ecuador; 25% en Perú; y 20% en Venezuela.

Nuevamente Colombia hace la diferencia: 40% de los votos “que obtuvo el elegido” expresados en firmas.

En Ecuador y Venezuela no se exige causas justificadas para revocar; en Bolivia y Colombia una causal es la ‘insatisfacción’.

En Colombia, empero, el “incumplimiento de programa” es un motivo, como en el Perú (aunque acá no se tome en serio).

Fuente: La República

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